Recibir, haciéndolo propio; tomar legalmente en condición de hijo al que no lo es biológicamente, son dos definiciones de la palabra adoptar. Es un verbo que requiere una alta dosis de sensibilidad y de amor en quien lo lleva a la acción, especialmente cuando se trata de niños que por alguna causa, han quedado sin padres y pasan sus días en institutos del Estado.
En nuestra edición dominical, contamos la historia de un matrimonio tucumano, integrado por una médica y un productor agropecuario, que adoptó a seis hermanos. Como muchas otras, la pareja se había anotado para adoptar chicos de entre 0 y cinco años, pero se enteraron de que había más disponibilidad en otras edades y decidieron cambiar de cinco a 10. “La edad nunca fue impedimento para nosotros. Un hijo es un hijo a cualquier edad. No nos importaba si era rubio o morocho, sano o enfermo, porque la vida te manda los hijos sin preguntarte nada”, afirmó la madre, quien ya tenía un hijo biológico, mayor de edad.
No es habitual que tantos hermanos sean adoptados sin ser separados y que además la mayoría de ellos sea mayor de cinco años. En general, los aspirantes a padres buscan niños recién nacidos o menores de cuatro años. Actualmente son 190 los inscriptos en el Registro Único de Postulantes a la Adopción. De acuerdo con la secretaria de ese organismo, Tucumán es una de las provincias con mayor cantidad de personas interesadas en adoptar y también con más apertura a aceptar niños que no sean bebés y en grupos de hermanos. Señaló que casi todos los casos de los 50 que se resolvieron en 2018 y siete en lo que va de 2019 fueron adopciones de grupos de hermanos. “También son muchos los que aceptan hermanitos y niños con patologías leves y tratables, lo que no ocurre en otros registros del país”, sostuvo. La funcionaria manifestó que el organismo tiene el apoyo de la Corte Suprema de Justicia y que próximamente se realizará una apertura al interior de la provincia para acercar a nuevos candidatos para la adopción.
Sin embargo, pese a los avances, tres hermanos de 10, 11 y 13 años no han conseguido aún un hogar que desee acogerlos, pese a estar escolarizados y muy integrados socialmente, según las consideraciones de la jueza a cargo del Juzgado de la V Nominación, quien hizo un llamado público para que alguien se interese por ellos.
Crecer sin el amor de los padres, de una familia, es una de las experiencias más dolorosas para un ser humano. La ausencia de pertenencia y, por lo tanto, de identidad, tan importante en la construcción de la personalidad, puede afectar notablemente la vida futura. Se suele decir que los chicos no piden venir al mundo, sino que son los adultos los responsables de tal decisión.
Sería importante que desde el Estado se incentivara a la sociedad a la adopción de chicos. ¿Cuántos huérfanos hay en Tucumán que aguardan crecer en el calor de un hogar? Sin duda, la decisión que querer acoger en el seno familiar a un niño, sea bebé o de más edad, implica un gesto de nobleza y compromiso muy grande, porque los hijos son una de las cosas más hermosas en la vida, y les deparan a los adultos el gran desafío de aprender a ser padres, de cuidarlos, educarlos y sobre todo, amarlos. “El que puede alcanzar el corazón de un niño puede alcanzar el corazón del mundo”, decía el escritor Rudyard Kipling.